jueves, 7 de febrero de 2013

La fuerza de la vida

La vida no empieza, no se crea. La vida es. Cada nuevo ser no representa el nacimiento de una nueva vida, sino una expresión más, diferente, de la vida.
Ese nuevo ser es producto de la unión de dos células vivas, que al unirse toman una nueva forma. Lo mismo que una planta surge del despliegue de la vida que estaba latente en una semilla. Y a su vez, esas células, y esa semilla fueron generadas por otros seres vivos.
Así, la vida no empieza ni termina. Es una corriente que fluye y fluye, a través de cada ser vivo hacia los que vienen después. 
Los hijos reciben la vida por sus padres, y a su vez, se convierten en parte de la manifestación de esa corriente, permitiendo que la fuerza de la vida llegue después a sus hijos, por medio de sus propias células. Y quienes no tienen hijos, por su tarea, sus acciones.
Entonces los hijos recibimos la vida a través de nuestros padres. ¿Qué más necesitamos? Teóricamente, nada. Pero esperamos y pedimos mucho. Y nos quejamos, reprochamos, nos sentimos frustrados, cuestionamos. Y así nos hacemos débiles.
¿Qué significa que no necesitamos nada más?
SI pudiéramos mirar a nuestros padres y decirles: "me dieron la vida, y es todo lo que necesito", nuestra vida sería muy diferente. ¿Porqué? Porque ésa actitud implicaría tomar la vida en las condiciones en que la recibimos, sin cuestionamientos, sin reproches, sin enojos. Y sería tomar a nuestros padres tal como son, sin endiosarlos y sin demonizarlos. Tomarlos como son. Neutro. Y tomar, después de la vida, lo que ellos nos den. Tal como lo dan.
Entonces, cuando podemos tomar, respetar, honrar la vida, y tomar los que nuestros padres nos dan, tal como nos es dado, nos plantamos en el hoy, en lo que hay. Nos centramos, nos fortalecemos, y tenemos la posibilidad de hacer nuestro propio destino, con lo que nos dieron, con lo que tenemos, con lo que nos falta, libremente, tomando la fuerza de la vida que a través de los padres nos llega, y permitiendo que ella siga su flujo, a través de nosotros, hacia adelante.
Marcelo Holtzman.