domingo, 31 de octubre de 2010

Sin plan - Bert Hellinger

Sin plan

Sin un plan cualquier rumbo es posible.

“Sin plan” podemos someternos a otros planes sin ningún tipo de resistencia.

Por sobre todo podemos someternos a cualquier movimiento interno que nos lleve en su dirección.

Simplemente soltarnos.

“Sin plan” no es lo mismo que sin cabeza.

Se trata de un sometimiento conciente, un sometimiento que es entrega, que es “ir con”, un “ir con”, sin saber a dónde va el camino, ni que tan lejos va.

Por muy extraño que parezca, cuando no tenemos un plan es cuando nuestro recogimiento es más profundo.

Si bien nuestro recogimiento en nuestros viajes interiores siempre nos conduce a una meta, ¿de quién es la meta? ¿Todavía es nuestra meta?

De esta manera, sin plan, podemos encontrarnos con otros seres humanos.

Y ellos no necesitan tener miedo de nosotros, ya que sin plan no hay nada que deseemos de ellos, nada que se interponga en su movimiento.

Pero a veces, ese encuentro revela algo que demuestra ser bueno y necesario para ellos.

Y entonces actuamos y decimos ó hacemos algo que les haga bien.

¿Teníamos aquí un plan? ¿Ó, justamente, se reveló ante nosotros la posibilidad de ayudar porque estábamos interiormente sin plan, y entregados a la situación y conducidos por ella?

Sin plan también permanecemos en lo más profundo del amor. Él indica el camino a cada instante.

Sin plan es como emprendemos nuestros viajes interiores.

Seguimos sus movimientos, y el mismo movimiento es ya nuestro ejercicio.

De ahí que no podemos determinar una hora fija ni hacer un plan para nuestros viajes interiores.

De repente se apodera de nosotros el recogimiento irresistiblemente.

Sin plan, podemos ceder, sin saber hacia dónde nos lleva, hacia qué conocimiento, hacia qué actuación, hacia qué amor.

¿Qué ocurre entonces con nuestros planes? ¿Sirven para algo?

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